Dermatitis atópica

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La dermatitis atópica es una enfermedad multifactorial, en la que existen alteraciones en la barrera cutánea y desequilibrio inmunológico, que resultan en un proceso inflamatorio de la piel. 

Se caracteriza por comezón crónica, recaídas con exacerbaciones y mejorías, y ocurre en todas las edades con mayor frecuencia en los niños.

Algunas lesiones en la piel que se observan en la dermatitis atópica son:

Enrojecimiento 

Piel hinchada 

Pápulas (granitos en la piel)

Excoriaciones 

Exudados (piel que llora)

Costras 

Liquenificación y engrosamiento 

Con mucha frecuencia los dermatólogos envían a estos pacientes al alergólogo, ya que la mayoría son alérgicos y pueden presentar al mismo tiempo otras enfermedades como rinitis alérgica, asma alérgica, conjuntivitis alérgica o alergia a alimentos.

Los medicamentos para la dermatitis atópica dependen de la gravedad de los síntomas, cuidados diarios de la piel, hidratación continua con humectantes y emolientes, evitar desencadenantes e inmunoterapia específica (vacunas de alergia), sobre todo cuando se presenta con otra enfermedad alérgica.

Es necesaria una evaluación oportuna por un alergólogo desde la primera infancia para frenar el proceso alérgico y evitar complicaciones a largo plazo.

Algunas recomendaciones para los pacientes con dermatitis atópica:

Lubricar la piel del paciente diariamente con crema humectante de 2 a 4 veces al día o cuantas veces sea necesario.

Baño cada tercer día con agua fresca (nunca caliente).

Usar jabón neutro suave (varias marcas). Evitar jabones que contengan alcohol o perfume.

Al bañarse, limpie solamente con la mano, evitando el tallado excesivo. No usar estropajo ni esponja. 

Inmediatamente después del baño, aplicar crema humectante en la totalidad de la piel cuando esta se encuentre todavía húmeda.

Usar preferentemente ropa de algodón. No usar ropa de lana, nylon ni telas gruesas que puedan irritar la piel.

Lavar la ropa personal y de cama solo con agua y jabón suave, y enjuagarla lo suficiente para eliminar al máximo residuos de jabón. No usar detergentes fuertes, blanqueadores, almidón y suavizantes de telas.

Cortar las uñas del paciente 2 veces por semana. En los niños pequeños, usar guantes o calcetines para cubrir las manos.

Llevar cubiertas las zonas afectadas para protegerlas del polvo y del sol.

Evitar el contacto con animales, polvo, pulverizaciones y perfumes.

Evitar los cambios extremos de humedad y/o temperatura.

Seguir adecuadamente todas las indicaciones dadas por el médico y no hacer caso de los remedios que recomiendan conocidos o amigos, así como en la radio y televisión.

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